Nuestra vida puede llegar a ser muy agobiante. Prácticamente
todos los días nos encontramos con que debemos cumplir con nuestras
obligaciones profesionales, personales, familiares... Casi siempre acabamos
logrando todas o, al menos, una gran mayoría. Es cierto que cuanto más nos
exigen, más rendimos, pero a costa de sufrir muchos problemas de estrés que
pueden llegar a incidir y debilitar nuestra salud.
1. Patatas fritas industriales
Según afirma Drew Ramsey, doctor por la universidad de
Columbia, en Prevention, las conocidas como grasas trans no son nada saludables
para nuestro organismo, por lo que no es recomendable atiborrarnos a patatas
fritas de bolsa cuando suframos un ataque de nervios. Este aperitivo es sabroso
y apetecible, pero contiene gran cantidad de estas grasas negativas para
nuestro peso y corazón. Aunque tampoco sea del todo recomendable, es más
saludable freír en casa unas pocas patatas fritas con un buen aceite de oliva y
sin pasarse con la sal.
Cada vez es más habitual que en las grandes ciudades se
imponga un ritmo frenético que obligue a sacar tiempo de debajo de las piedras.
Son muchas las personas que emulan a los personajes de películas de Hollywood y
consumen por la calle el típico café
comercial americano, de camino a una reunión o al trabajo. La cafeína tiene
numerosas cualidades positivas. Sin embargo, las bebidas de café típicamente
americanas se caracterizan por un elevado contenido azucarado, lo que es
totalmente contraproducente. Cuando uno está estresado, sus niveles de glucosa
en sangre se elevan, por lo que será mejor no echar más leña al fuego.
3. Helado
Otro de los clásicos...
Este congelado placer se ha convertido en la estrella de la lucha contra
el estrés y el agobio. Las comedias románticas y sus apetitosos sabores han
provocado que muchos, y muchas, vean al helado como un aliado en su desahogo,
pero nada más lejos de la realidad. Tal y como se ha comentado anteriormente,
la glucosa no es un buena compañera de batallas y el helado suele tener una
elevada proporción de azúcar. Una alternativa puede ser un yogur frío, con poco
azúcar o acompañado de frutas, en especial cítricos como la naranja por su
elevado contenido en vitamina C.
4. Comida rápida
Chino, mexicano, hamburguesas... Todos tienen un punto en
común: un enorme contenido graso. Cuando uno se siente bajo una alta presión es
habitual que consuma comida rápida, pues esta es muy apetecible, más aún si
apenas se tiene tiempo para comer y cocinar. Sin embargo, la fast food no es el
prototipo de alimento equilibrado: el exceso calórico, graso y de sal no son
una buena noticia para nuestra tensión. Este inconveniente es aún mayor si se
añade alguna salsa picante, ya que esta puede generar acidez y dolor estomacal.
5. Refrescos carbonatados
Las bebidas gaseosas tienen glucosa, gas y edulcorantes y su
consumo es muy adictivo. Todo sumado posiblemente afecte a nuestro bienestar,
generando problemas alimenticios, estomacales, intestinales, o de obesidad. Por
tanto, su abuso no es recomendable bajo ninguna circunstancia, pero mucho menos
en situaciones de estrés, ya que la suma de todos estos elementos no es nada
favorable para aliviar la tensión acumulada. Una buena alternativa es el té
frío, mucho más saludable y recomendable por su capacidad estimulante.
6. Alcohol
No nos engañemos, quién no ha dicho alguna vez “vaya
semanita llevo, en cuanto llegue el viernes voy a tomarme unas copas para
desconectar”. El consumo de bebidas espirituosas crea un efecto engaño
momentáneo, pero al final provoca más fatiga, cambios de humor, dependencia...
Como todo, el alcohol ha de consumirse con mesura. Algunas bebidas tienen
propiedades positivas, el vino es antioxidante y, junto a la capacidad
neurodepresora del alcohol, puede ser útil para combatir el estrés, pero con
mucho cuidado y cautela. tomar una o dos copas con buena compañía es
tremendamente placentero, beberse una botella entera no es una buena decisión.
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